jueves, 4 de mayo de 2017

04. AMOR INCONMENSURABLE. I. EN LOS LUGARES CELESTIALES.


Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: 
Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jer. 31: 3). 

Los que no conocen a Dios no pueden hallarlo mediante su sabiduría ni su ciencia. Cristo no trata de demostrar el gran misterio, sino que revela un amor inconmensurable. No hace del poder y la grandeza de Dios el tema principal de sus discursos. Con la mayor frecuencia habla de él como Padre nuestro. . . 
Desea que nuestra mente, debilitada por el pecado, sea animada a que capte la idea de que Dios es amor. Desea alentarnos con su confianza... 

El padre del hijo pródigo es el modelo que Cristo elige como una representación de Dios. Ese padre anhela ver y recibir una vez más al hijo que lo ha abandonado. Lo espera y vela por él, ansiando verlo, esperando que venga. Cuando ve que se acerca un extraño, pobre y vestido con harapos, sale a recibirlo, por si fuera su hijo. Y lo alimenta y viste como si fuera realmente su hijo.
 Más tarde recibe su recompensa, pues su hijo vuelve al hogar y en sus labios lleva la confesión suplicante: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo". 
 Y el padre dice a los siervos: "Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta" (Luc. 15:21-23). 

No hay reprimendas ni se hacen cuentas con el pródigo por su mal proceder. El hijo siente que el pasado está perdonado y olvidado, raído para siempre. Y así Dios dice al pecador: "Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados" (Isa. 44: 22). "Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado" (Jer. 31: 34). . . El cielo espera y anhela el regreso de los pródigos que se han alejado del redil para vagar. Muchos de los que se han descarriado pueden ser rescatados por el servicio amante de los hijos de Dios. . . Pensemos en el Padre que se somete a sí mismo al dolor, que no perdona a su propio Hijo, sino que lo entrega gratuitamente por todos nosotros. . . ¡Ojalá tuviéramos una mejor comprensión de su amor! (Manuscrito 76, 1903). 
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03. APRENDIENDO DE DIOS MEDIANTE SUS OBRAS. I. EN LOS LUGARES CELESTIALES.


Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan. (Sal. 145:9, 10) Nos gusta contemplar el carácter y el amor de Dios en sus obras creadas. ¡Qué evidencias ha dado a los hijos de los hombres tanto de su poder como de su amor paternal! Ha adornado los cielos y ha hecho grande y bella la tierra. 

"¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! . . . Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?" "Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan" (Sal. 8: 1, 3, 4; 145:10). Si nuestro mundo hubiese sido formado con una superficie perfectamente nivelada, la monotonía habría fatigado la vista y cansado los sentidos. Dios ha adornado nuestro mundo con grandes montañas, colinas, valles y cadenas de montañas. 

 Las desnudas montañas de áspero granito, también las montañas adornadas con vegetación frondosa y siempre verde, y los valles con su serena hermosura hacen del mundo un espejo de la belleza. Por doquiera se manifiestan la bondad, la sabiduría y el poder de Dios. En montañas, rocas, colinas y valles veo la acción del poder divino. Nunca me siento solitaria mientras contemplo el gran escenario de la naturaleza. 

 Viajando por planicies y montañas he tenido sentimientos de la más profunda reverencia y temor reverente al contemplar el precipicio que sobresalta y las alturas de las montañas revestidas de nieve. Las montañas, colinas y valles debieran ser para nosotros como escuelas en las cuales estudiar el carácter de Dios en sus obras creadas. Las obras de Dios que podemos ver en las escenas siempre variadas: en montañas, colinas y valles, en árboles, arbustos y flores, en cada hoja y cada brizna de hierba, debieran enseñarnos una lección de la habilidad y del amor de Dios, y de su poder infinito. Los que estudian la naturaleza no pueden sentirse solitarios. Aman las horas tranquilas de meditación pues sienten que son colocados en íntima comunión con Dios mientras descubren su poder en sus obras creadas (Carta 43, 1875). 10
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02. AMISTÉMONOS CON DIOS. I. EN LOS LUGARES CELESTIALES.


Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. (Job 22: 21, 22).

Desde el principio ha sido el plan ideado por Satanás hacer que los hombres se olvidaran de Dios para poder aprisionarlos. Ha procurado, pues, desfigurar el carácter de Dios a fin de que los hombres tengan un falso concepto de él. Ante la mente de ellos, el Creador ha sido presentado como revestido con los atributos del príncipe del mal -como arbitrario, severo e implacable- para que fuera temido, rehuido y aun odiado por los hombres. . . Cristo vino para revelar a Dios ante el mundo como un Dios de amor, de misericordia, ternura y compasión. 

 El Redentor del mundo despejó las densas tinieblas con las que Satanás habla recubierto el trono de la Deidad, y otra vez el Padre se manifestó a los hombres como la Luz de la vida. . . Cristo se apena al ver a los hombres tan absortos por los cuidados terrenales y las perplejidades producidas por sus negocios que no tienen tiempo para conocer a Dios. Para ellos el cielo es un lugar extraño pues lo han eliminado de sus cálculos. No estando familiarizados con las cosas celestiales, se cansan de oír hablar de ellas. No les gusta que se turbe su mente debido a su necesidad de salvación. Pero el Señor desea turbar su mente para que puedan conocerlo mejor en el tiempo en que les ofrece su salvación. . . Llegará el día cuando la terrible acusación de la ira de Dios será pronunciada contra los que han persistido en su deslealtad hacia él. . . Pero no necesitáis estar entre los que quedarán bajo su ira. 

 Vivimos en el día de su salvación. La luz de la cruz del Calvario reluce con rayos claros y brillantes, revelando a Jesús nuestro sacrificio por el pecado. "Tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados" (Efe. l: 7). Dios desea restaurar su imagen en vosotros. Creed que es vuestro Ayudador. Resolveos a amistaros con él. Al acercamos a él con confesión y arrepentimiento, se acercará a vosotros con misericordia y perdón.
 (Review and Herald, 15 de febrero, 1912). 9 
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miércoles, 3 de mayo de 2017

01. NUESTRO EXALTADO PRIVILEGIO. I. EN LOS LUGARES CELESTIALES.


Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo. . . y juntamente con él nos resucitó, asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. (Efe. 2:4-6 ).
Así como Dios levantó a Cristo de los muertos, para que, pudiera sacar a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio, y salvara con esto a su pueblo de sus pecados, así también Cristo ha levantado a los seres humanos caídos a la vida espiritual, reanimándolos con su vida, llenando sus corazones de esperanza y gozo.
 (Review and Herald, 31 de marzo, 1904).

Cristo se dio a sí mismo para la redención de la raza humana, para que todos los que creen en él puedan tener vida eterna.  Los que aprecian este gran sacrificio reciben del Salvador el más precioso de todos los dones: un corazón limpio.  Ganan una experiencia que es más valiosa que el oro, la plata o las piedras preciosas.  Se sientan juntos en los lugares celestiales con Cristo disfrutando en comunión con él el gozo y la paz que sólo él puede dar.  Lo aman con el corazón, la mente y las fuerzas, porque comprenden que son su herencia comprada con sangre.  Su visión espiritual no está disminuida por la política o las aspiraciones mundanales.  
Son uno con Cristo así como él es uno con el Padre (Id., 30 de mayo, 1907).

Cristo "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2: 14).  El hizo una ofrenda tan completa que, mediante su gracia, cada uno puede alcanzar la norma de perfección.  De los que reciban su gracia y sigan su ejemplo se escribirá en el libro de la vida: "Completo en él [en Cristo], sin mancha ni mácula" (Ibíd.).

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo"  (Efe. 1: 3). ¿Qué queda para que pidamos que no esté incluido en esa provisión misericordioso y abundante?  Por los méritos de Cristo somos bendecidos con todas las bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo.  Es nuestro privilegio el de acercarnos a Dios, el de respirar la atmósfera de su presencia. . . (Id., 15 de octubre, 1908). 8 
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