sábado, 18 de julio de 2020

15. LA GRACIA DE DIOS TRANSFORMA LA VIDA. (I. EN LOS LUGARES CELESTIALES).


No te maravilles de que te dije: 
Os es necesario nacer de nuevo. (Juan 3: 7)
La gran verdad de la conversión del corazón por el Espíritu Santo es presentada en las palabras de Cristo a Nicodemo: "De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo [o de lo alto], no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3: 3-6) (Review and Herald, 7 de julio, 1904).

Es por la renovación del corazón como la gracia de Dios obra para transformar la vida. 
Ningún cambio externo es suficiente para ponernos en armonía con Dios. Hay muchos que tratan de reformarse corrigiendo este mal hábito o aquel mal hábito y esperan hacerse cristianos en esa forma, pero están comenzando en el lugar equivocado. Nuestra primera obra debemos realizarla dentro del corazón...
La levadura de la verdad obra secreta, silenciosa y continuamente para transformar el alma. 
Las inclinaciones naturales son suavizadas y subyugadas. Son implantados nuevos pensamientos, nuevos sentimientos y nuevos motivos. Se establece una nueva norma de carácter: la vida de Cristo. La mente se cambia; las facultades se despiertan para actuar en nuevas líneas. El hombre no es dotado con nuevas facultades sino que las facultades son santificadas.  La conciencia se despierta.
Las Escrituras son el gran instrumento en esta transformación del carácter.  Cristo oró. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17: 17). Si es estudiada y obedecida, la Palabra de Dios actúa en el corazón subyugando todo atributo no santificado.  El Espíritu Santo acude para convencer de pecado, y la fe que surge en el corazón obra por el amor a Cristo conformándonos, cuerpo, alma y espíritu, a su voluntad.
Un hombre ve su peligro. Comprende que necesita un cambio de carácter, un cambio de corazón. Es conmovido; sus temores despiertan. El Espíritu de Dios está obrando en él, y él trabaja por sí mismo con temor y temblor... para llevar a cabo el cambio que su vida necesita. . . Confiesa sus pecados a Dios, y si ha perjudicado a alguien, confiesa el daño a aquel que ha perjudicado. . . Procede en armonía con la obra del Espíritu y su conversión es genuina (Ibíd.). 22

14. UN CAMBIO DE CORAZÓN. (I. EN LOS LUGARES CELESTIALES).


Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.( Hech. 3: 19)
A fin de ser salvados debemos conocer por experiencia el significado de la verdadera conversión.  Es un error pavoroso que hombres y mujeres prosigan día tras día profesando ser cristianos sin tener derecho a ese nombre.  A la vista de Dios, la profesión no es nada, la posición no es nada.  El pregunta: ¿Está la vida en armonía con mis preceptos?  Hay muchos que suponen que están convertidos, pero no pueden soportar la prueba de carácter presentada en la Palabra de Dios. . .
La conversión es un cambio de corazón, un apartarse de la injusticia a la justicia.  Confiando en los méritos de Cristo, ejerciendo verdadera fe en él, el pecador arrepentido recibe perdón de su pecado. Al dejar de hacer mal y al aprender a hacer bien crece en la gracia y el conocimiento de Dios.  Comprende que para seguir a Jesús debe separarse del mundo y, después de haber estimado el costo, lo considera todo pérdida si tan sólo puede ganar a Cristo. Se alista en el ejército de Cristo y valiente y gozosamente entra en la contienda y lucha contra las inclinaciones naturales y los deseos egoístas y coloca la voluntad en sujeción a la voluntad de Cristo.  Diariamente busca al Señor en procura de gracia, y es fortalecido y ayudado. El yo una vez reinaba en su corazón y los placeres mundanos eran su delicia. Ahora el yo está destronado y Dios reina supremo.  Su vida revela el fruto de la justicia.  Ahora odia los pecados que antes amaba.  Avanza con firmeza y resolución por la senda de la santidad.  
Esta es la conversión genuina. ..
No nos olvidemos que en su conversión y santificación, el hombre debe cooperar con Dios.   "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor", declara la Palabra, "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2: 12 ,13). 
El hombre no puede transformarse a sí mismo por el ejercicio de su voluntad.  No tiene poder por el cual pueda efectuarse ese cambio. La energía renovadora debe venir de Dios. El cambio puede ser hecho sólo por el Espíritu Santo. El que ha de ser salvado, encumbrado o humilde, rico o pobre, debe someterse a la acción de ese poder. 
(Review and Herald, 7 de julio, 1904). 21

13. LA SALVACIÓN ES UN CONTRATO MUTUO. (I. EN LOS LUGARES CELESTIALES).


Mas a todos los que recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1: 12)
La salvación es un contrato mutuo.  "A todos los que le recibieron. . . les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".  Con todo vuestro corazón, mente y alma, ¿entraréis en este contrato? (Manuscrito 8, 1914).
Acudid a vuestro Redentor con fe y amante confianza, en procura de poder y sabiduría para hacer la obra de la edificación del carácter. El se sienta como refinador para purificar el oro y la plata de toda escoria. Por lo tanto, recurrid continuamente a Cristo, y ningún material ordinario o sin valor habrá en la estructura de vuestro carácter.
Por fe podéis aceptar los méritos de la sangre del Hijo de Dios que fue derramada para que el pecador no perezca sino tenga vida eterna. Dios ha puesto sobre él todo poder para que pueda ayudar a todo el que rompe con Satanás y reconoce a Cristo como su única esperanza... Cuando estéis listos para cooperar con Aquel que puede preservaros de caer, vuestras resoluciones serán de algún valor. Cristo, el principal Restaurador, os sanará. El trabaja poderosamente con todo el que es diligente. El proporcionará fortaleza y victoria. Aquel que os compró como propiedad suya, puede quitaros todos los rasgos de carácter bajos y viles...
Romped con el enemigo. Desprendeos del príncipe del poder del aire y de la legión de sus colaboradores.
Satanás resistirá los esfuerzos de los que eligen estar del lado del Señor. Recurrirá a toda suerte de engaño para frustrar sus esfuerzos. Pero Dios ha dado a su Hijo para que llevase los pecados de los que buscan la verdad y la justicia divinas.  Está listo para impartir gracia a todo el que acude a él con fe...
El ejercicio de la fe y el valor resuelto ampliarán la comprensión de lo que significa ser cristiano. Hemos de buscar aquella fe que obra por el amor y purifica el alma. Tendremos severas luchas con nuestras tendencias al mal, hereditarias y cultivadas. Debe haber una firme dependencia del Capitán de nuestra salvación. El no fallará en hacer su parte (Ibíd.). 20