El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:8)
El Espíritu Santo contiende con cada hombre. Es la voz de Dios que habla al alma (Review and Herald, 27 de julio, 1897).
Ningún razonamiento humano del hombre más erudito puede definir las operaciones del Espíritu Santo en la mente y el carácter humanos; sin embargo, se pueden ver sus efectos en la vida y las acciones. . .
Aunque no podemos ver el Espíritu de Dios, sabemos que los hombres que han estado muertos en delitos y pecados quedan convencidos y convertidos bajo la operación del Espíritu. Los insensatos y extraviados se vuelven serios.
Los endurecidos se arrepienten de sus pecados, y los incrédulos se vuelven creyentes. Los jugadores, los borrachos y los licenciosos se tornan juiciosos, sobrios y puros. Los rebeldes y los obstinados se hacen humildes y semejantes a Cristo.
Cuando vemos esos cambios en el carácter, podemos estar seguros de que el poder de Dios que convierte ha transformado el ser entero. No vimos al Espíritu Santo pero sí vimos las evidencias de su obra en los caracteres cambiados de los que eran pecadores endurecidos y obstinados. Así como el viento sopla con fuerza sobre los árboles elevados y los derriba, así el Espíritu Santo puede obrar en el corazón humano y ningún ser humano finito puede circunscribir la obra de Dios. . . No podéis ver el instrumento que obra, pero sí podéis ver sus efectos (Id., 5 de mayo, 1896).
Los que no sólo oyen, sino que hacen las palabras de Cristo ponen de manifiesto en el carácter la operación del Espíritu Santo. El resultado de la obra interna del Espíritu Santo se demuestra en la conducta externa.
La vida del cristiano se oculta con Cristo en Dios, y Dios reconoce a los que son suyos declarando: "Vosotros sois mis testigos". Ellos testifican que el poder divino está influyendo en su corazón y dando forma a su conducta. Sus obras dan evidencia de que el Espíritu está actuando en el hombre interior; los que se relacionan con ellos están convencidos de que tienen a Cristo como su modelo.
Los que están en unión con Dios, son conductos por los que fluye el poder del Espíritu Santo. La vida interior del alma se revelará en la conducta externa.
(Id., 12 de mayo, 1896). 23
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