domingo, 14 de julio de 2019

07. SOLO UN REDENTOR. I. EN LOS LUGARES CELESTIALES.


Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, 
Cristo murió por nosotros. (Rom. 5: 8)

Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador.  Cristo sabia lo que tendría que sufrir, sin embargo se convirtió en el sustituto del hombre.  Tan pronto como pecó Adán, el Hijo de Dios se presentó como fiador por la raza humana. (SDA Bible Commentary, tomo 1, pág. 1084).

Pensad cuánto le costó a Cristo dejar los atrios celestiales y ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad. ¿Por qué hizo eso?  Porque era el único que podía redimir la raza caída.  No había un ser humano en el mundo que estuviera sin pecado.  El Hijo de Dios descendió de su trono celestial, depuso su manto real y corona regia y revistió su divinidad con humanidad.  Vino a morir por nosotros, a yacer en la tumba como deben hacerlo los seres humanos y a ser resucitado para nuestra justificación.

Vino a familiarizarse con todas las tentaciones con las que es acosado el hombre.  Se levantó del sepulcro y proclamé sobre la tumba abierta de José: "Yo soy la resurrección y la vida".  Uno igual a Dios pasó por la muerte en nuestro favor.  Probó la muerte por cada hombre para que por medio de él cada ser humano pudiera participar de la vida eterna.

Cristo ascendió al cielo con una humanidad santificada y santa.  Llevó esa humanidad consigo a los atrios celestiales y la tendrá a través de los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a cada ser humano en la ciudad de Dios, Aquel que ha rogado ante el Padre: "Los tengo esculpidos en las palmas de mis manos".  Las palmas de sus manos llevan las marcas de las heridas que recibió.  Si somos heridos y magullados, si hacemos frente a inconvenientes difíciles de sobrellevar, recordemos cuánto sufrió Cristo por nosotros. . .
Nuestro Salvador soportó todo lo que somos llamados a soportar, de modo que ningún ser humano pudiera decir: "No conoce mis sufrimientos y mis pruebas".  En todas nuestras aflicciones fue afligido (Review and Herald, 9 de marzo, 1905). En Lugares Celestiales (EGW). MHP

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