martes, 8 de octubre de 2019

11. PODER INFINITO (I. EN LOS LUGARES CELESTIALES).


¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo el que hablo en justicia, grande para salvar ( Isa. 63:1).

El Unigénito de Dios vino a este mundo para redimir a la raza caída.  Nos ha dado evidencia de su gran poder.  Capacitará a los que lo reciben para formar caracteres libres de todas las tendencias que Satanás revela.  Podemos resistir al enemigo y a todas sus fuerzas. Ganará la batalla y obtendrá la victoria, el que elige a Cristo como a su jefe, determinado a hacer lo correcto porque es correcto.

Nuestro divino Señor es suficiente para cualquier emergencia.  Nada es imposible para él.  Ha mostrado su gran amor por nosotros al vivir una vida de abnegación y sacrificio, y al morir una muerte de agonía.  Id a Cristo tales como sois, débiles, impotentes y listos para morir.  Depended plenamente de su misericordia.  No hay dificultad interna o externa que no pueda ser vencida con su fortaleza.

Algunos tienen temperamentos coléricos; pero Aquel que calmó el tormentoso Mar de Galilea dirá al corazón agitado: "Calla, enmudece".  No hay ninguna naturaleza tan rebelde que Cristo no pueda subyugar, ningún temperamento tan tempestuoso que no pueda aplacar, si se entrega el corazón al cuidado de Cristo.

El que encomienda su alma a Jesús no tiene razón para desesperar, porque tenemos un Salvador todopoderoso.  Mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podéis decir:  "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.  Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza" (Sal. 46: 1- 3)...

Tengamos más confianza en nuestro Redentor.  No os apartéis de las aguas del Líbano para buscar refrigerio en cisternas rotas que no pueden retener agua.  Tened fe en Dios. . . El es infinito en poder y puede salvar a todos los que se le allegan.  No hay otro en quien podamos confiar con seguridad.
 (Review and Herald, 9 de junio, 1910). 18

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