sábado, 18 de julio de 2020

13. LA SALVACIÓN ES UN CONTRATO MUTUO. (I. EN LOS LUGARES CELESTIALES).


Mas a todos los que recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1: 12)
La salvación es un contrato mutuo.  "A todos los que le recibieron. . . les dio potestad de ser hechos hijos de Dios".  Con todo vuestro corazón, mente y alma, ¿entraréis en este contrato? (Manuscrito 8, 1914).
Acudid a vuestro Redentor con fe y amante confianza, en procura de poder y sabiduría para hacer la obra de la edificación del carácter. El se sienta como refinador para purificar el oro y la plata de toda escoria. Por lo tanto, recurrid continuamente a Cristo, y ningún material ordinario o sin valor habrá en la estructura de vuestro carácter.
Por fe podéis aceptar los méritos de la sangre del Hijo de Dios que fue derramada para que el pecador no perezca sino tenga vida eterna. Dios ha puesto sobre él todo poder para que pueda ayudar a todo el que rompe con Satanás y reconoce a Cristo como su única esperanza... Cuando estéis listos para cooperar con Aquel que puede preservaros de caer, vuestras resoluciones serán de algún valor. Cristo, el principal Restaurador, os sanará. El trabaja poderosamente con todo el que es diligente. El proporcionará fortaleza y victoria. Aquel que os compró como propiedad suya, puede quitaros todos los rasgos de carácter bajos y viles...
Romped con el enemigo. Desprendeos del príncipe del poder del aire y de la legión de sus colaboradores.
Satanás resistirá los esfuerzos de los que eligen estar del lado del Señor. Recurrirá a toda suerte de engaño para frustrar sus esfuerzos. Pero Dios ha dado a su Hijo para que llevase los pecados de los que buscan la verdad y la justicia divinas.  Está listo para impartir gracia a todo el que acude a él con fe...
El ejercicio de la fe y el valor resuelto ampliarán la comprensión de lo que significa ser cristiano. Hemos de buscar aquella fe que obra por el amor y purifica el alma. Tendremos severas luchas con nuestras tendencias al mal, hereditarias y cultivadas. Debe haber una firme dependencia del Capitán de nuestra salvación. El no fallará en hacer su parte (Ibíd.). 20

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